viernes, 16 de junio de 2006

Abuela Rambo

Me llegó esta nota que les comparto. ¿Cuál es la decisión que tomarían en este caso?

 

Abue Rambo
Me llega esta curiosa noticia. Cierto atardecer aciago tocan suavemente a la puerta de un hotel barato en un barrio de mala muerte. El tipo de 33 años que abre despreocupadamente se encuentra de pronto con una colosal pistola 9 milímetros que sin decir ni agua va le dispara a quemarropa y con gran puntería entre las piernas y le vuela los testículos y el pene. El tipo cae al suelo dando de alaridos y derramando sangre como surtidor. Como un rayo, el tirador salta sobre el cuerpo que se revuelca y se va sobre el otro tipo en el cuarto. Éste, aterrado y de 29 años, trata de suplicar por su vida pero la pistola veloz no le da tiempo ni de terminar la frase. Dispara otro tiro certero que también da con profesional precisión en esa otra entrepierna estremecida.


Saldo del incidente: dos balas, dos penes, cuatro testículos. A la postre, de los seis órganos damnificados, los médicos sólo pudieron salvar uno, y eso a medias: el pene del segundo atacado, el más joven (aunque el resto de su vida no le servirá más que para desalojar la vejiga).

 

¡Qué asesino tan feroz! -has de pensar, ¿no?- Pero aquí es donde la historia no continúa como quizá estés suponiendo. Porque, ¿qué te imaginaste? ¿Una venganza entre homosexuales, el escarmiento de un prestamista, alguna broma narcomacabra, un psicópata serial?


Nada de eso. Este no es un cuento más de gángsters: éste fue un episodio real que ocurrió hace poco en Melbourne, Australia. Para empezar, el tirador no era hombre sino mujer. Segundo, aunque ella era una experta tiradora, tenía 81 años. Y tercero, tras consumar su acto justiciero y dejar a sus víctimas retorciéndose en el piso como, literalmente, almejas con limón, no trató de esconderse ni escapar de la justicia sino que acudió a la estación de policía más cercana, entregó la pistola todavía humeante y contó con lujo de detalles todo lo sucedido, comenzando con una declaración muy comedida: “Por Dios que esos bastardos no volverán a violar a nadie”.


La historia real fue la siguiente. Una semana antes, Debbie, una muchacha de 18 años, fue secuestrada y violada por esos dos tipos luego desbolizados, que eran ex convictos y malosos irremediables. Esa misma noche, al ver la carita desmadejada de la chica en el hospital en que tuvieron que internarla por el trauma y los golpes, su venerable abuela Ava Estelle decidió que eso no podía quedarse así ni permitiría que la clásica blandura y morosidad del sistema de justicia formal (hay males que son universales), cometiera una segunda violación contra su nieta. Sin problemas de tiempo (era bibliotecaria jubilada) se dedicó a ejecutar su plan.

 

Después de todo, tenía una pistola y sabía cómo usarla pues había tirado desde pequeña. Tras mandar a hacer con un artista especializado un bosquejo de los rostros de esos dos malandrines, a partir de las descripciones de Debbie, recorrió por días enteros de un lado a otro el barrio de mala muerte en que había ocurrido el desaguisado, hasta ubicarlos en aquel hotelucho. Aunque estaba segura de que esos eran los culpables, de todos modos les tomó disimuladamente una fotografía y se la llevó a su nieta, quien los identificó plenamente. En cuanto tuvo esa confirmación, regresó al hotelucho y consumó la penitencia.


Ahora el problema es que la justicia australiana no sabe qué hacer con ese caso tan peculiar. ¿Cómo meter en la cárcel a una adulta en absoluta plenitud que transgredió la ley y cometió un delito grave, particularmente cuando los tres millones de habitantes de esa ciudad quisieran nombrarla presidenta municipal? El clamor general que llega a Melbourne desde todos los rincones del mundo es el mismo: ¡Castíguenla deportándola para acá!

 

Me temo que México llega tarde a la subasta, pero a cambio de nuestra tardanza tenemos un argumento difícil de superar: nosotros la necesitamos más que cualquier otro país.

Aplausos y chiflidos:
Fecha: 2006-06-15 15:32:37
Consulta este artículo en línea en la sección de este colaborador
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1 comentario:

  1. Mira, desde mi punto de vista, aplaudo la valentía de esa señora, ya que es increíble, como la justicia evade un castigo ante tal crimen, porque la violación denigra, tanto física, como moralmente al agredido... y, desafortunadamente, las Leyes en la mayoría de los casos aunque atrapen al culpable, aunque lo condenen, tienen ciertas "consideraciones", salen antes de tiempo de la cárcel por buena conducta, para que, para que sigan de malhechores, para que continuen tomando víctimas, para sus enfermos instintos, ahora bien, en ocasiones, inclusive bajo fianza, ja.. o sea, no piensan más allá de el daño físico que se ocasiona en este tipo de agresión... es un mal, simplemente irreversible y, definitivamente, si alguien dañará en esa forma a alguien que es mi sangre, simplemente, esta señora, que tomó venganza por su propia mano.. se queda corta.. porque, es un daño que no se cobra de ninguna manera, ni con el castigo que ella les dio... aplaudo a tan valiente persona y, apoyo y deseo el bienestar de su nieta.. Un beso.

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