domingo, 12 de marzo de 2006

Juárez: el hombre

Comparto esta nota, a propósito del bicentenario de Don Benito Juárez. Espero lo disfruten.

 

El Colegio de Historiadores de Guanajuato, la Procuraduría de los Derechos Humanos de Guanajuato, la Universidad de Guanajuato, a través del Centro de Investigaciones Humanísticas, y la presidencia municipal, por medio de la Dirección Municipal de Cultura,  organizarán un ciclo de conferencias con motivo del bicentenario del natalicio de don Benito Juárez García. Uno de los fines de dichas conferencias es desmitificar su figura, conocer más del hombre de carne y hueso y no del héroe acartonado que nos ha trasmitido la historia oficial. Sin embargo, habrá que tener mucho cuidado, pues no sería conveniente irnos al otro extremo, es decir, perdernos con datos intrascendentes, olvidando sus méritos como estadista, reconocidos en México y en el mundo.


Como profesor y aficionado a la historia, no puedo ni debo olvidar que Juárez fue un indígena, de los indígenas más pobres de México, los zapotecas. A los cinco años quedó huérfano de padre y madre y llegó a la adolescencia sin saber leer ni escribir castellano. Sin  embargo, por su interés y tenacidad aprendió español, latín, francés e inglés. Se tituló de abogado. Ocupó diversos cargos, entre ellos gobernador, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y presidente de la República, en una de las etapas más difíciles de nuestra historia. Separó las funciones de la Iglesia y del Estado, sentó las bases del Estado de Derecho y sepultó en el cerro de las Campanas las ambiciones expansionistas de Francia.


¿Qué dijeron de él sus compañeros de generación? Guillermo Prieto escribió: “Juárez en el trato familiar, era dulcísimo, cultivaba los afectos íntimos, su placer era servir a los demás, cuidando de borrar el descontento hasta del último  sirviente; reía oportuno, estaba cuidadoso de que se atendiese a todo mundo, promovía conversaciones joviales y después de encender, callaba disfrutando la conversación de los demás y siendo el primero en admirar a los otros, Jamás le oí difamar a nadie, y en cuanto a modestia, no he conocido a nadie que le fuera superior”.

 

Cuando Inés Lecclerc, la bella princesa Salm-Salm, se arrodilló ante Juárez implorando el indulto para Maximiliano, el ministro Lerdo de Tejada gritó con energía: ¡Ahora o nunca! Cuentan los historiadores que sin dudar solicitó una pluma y firmó las sentencias de Maximiliano, Miramón y Mejía. Los ruegos de la princesa habían sido infructuosos ante la firme decisión de Juárez.


En la correspondencia que mantenía el señor Juárez con personas notables de Madrid, se alabó la corrección y pulcritud con que manejaba el español, felicitándole por ello. Por modestia Juárez dijo que el que merecía los elogios era su secretario Pedro Santacilia.


El coronel Diego Álvarez, hijo del general Juan Álvarez, relató cómo se presentó ante ellos don Benito Juárez:

 

 -¿Qué desea usted? Se le preguntó.

-Sabiendo que aquí se pelea por la libertad he venido a ver en qué puedo ser útil.

-¿Qué sabe usted hacer?, se le preguntó.

-Puedo escribir cartas.

Se le aceptó encomendándole redactar documentos de poca importancia. Con el paso del tiempo llegó una carta.

-Aquí hay una carta dirigida al licenciado Benito Juárez ¿Es usted licenciado?

-Sí

-Con que ¿es usted el que fue gobernador de Oaxaca?

-Sí, señor

-¿Por qué no me lo había dicho?

-¿Para qué? -Preguntó Juárez- ¿qué tiene ello de particular?

 

Esta y muchas otras anécdotas dibujan al gran hombre que fue Benito Juárez. La doctora en Historia por la UNAM Josefina Zoraida Vázquez en su obra “Juárez, el republicano”, libro que ha sido distribuido por la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos en las escuelas de educación básica del país, nos presenta a un Juárez de carne y hueso.  Afirma que fue una persona muy puntual, ejemplo de austeridad y honradez para los gobernantes de hoy. Dice: “Don Benito fue un ser humano con grandes virtudes y grandes pasiones, no fue un hombre acartonado: gozaba del baile y la música, le gustaban los chistes, disfrutaba de la buena comida; además fue un buen padre y un esposo cariñoso”.


Fue un héroe de talla universal y una gran persona.

Texto original de Ezequiel Soto Martínez, coordinador del Grupo Técnico Pedagógico de la Sección 13 del SNTE. Publicado en el diario "Correo", de fecha sábado 11 de marzo de 2006, página 12.


NOTA: Por iniciativa propia, corregí la diagramación del diálogo entre don Benito Juárez y el coronel Diego Álvarez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario