martes, 14 de marzo de 2006

Cartas

DOS CARTAS

 

Querido Esposo: Te estoy escribiendo esta carta para decirte que te abandono para siempre, para bien de los dos. He sido una excelente mujer para ti estos siete años, y sin embargo no puedo mostrar nada bueno que me haya tocado a mí. Estas dos últimas semanas han sido un infierno: tu jefe llamó para decirme que habías renunciado al trabajo hoy, y eso fue lo máximo que pude soportar. La semana pasada, viniste a casa y no me mencionaste nada acerca de mi corte de cabello y el arreglo de mis uñas; cociné tu comida  favorita y hasta usé un nuevo negligé. Llegaste a casa y comiste en dos minutos, y te fuiste directo a dormir después de ver el  futbol. No me dices más que me amas, no me tocas ni nada. O me estás engañando con otra o no me amas más. Cualquiera que sea el caso, me quiero ir, te abandono.

P.D. No trates de buscarme. Tu hermano y yo nos mudamos a Culiacán juntos. Que tengas una buena vida. Tu ex-esposa.


Querida Ex-esposa: Nada me hubiera causado mayor alegría que recibir tu carta. Es verdad que tú y yo estuvimos casados siete años, aunque eso no significa que hayas sido una buena mujer. Todo lo contrario. Yo  miro mucho los juegos para tratar de ahogar el aburrimiento que me causan tus constantes quejas y malas actitudes. Qué malo que no funcionó nuestro matrimonio, porque yo te amaba. Yo sí noté que te habías cortado tu cabello, y la primera cosa que me vino a la mente fue: ‘¡Luce como un hombre!’ Pero aprendí que, si no puedo decir algo bueno de alguien, es mejor no decir nada. Cuando cocinaste mi "comida favorita", debes de haberme confundido con mi hermano, porque yo dejé de comer cerdo hace ya casi cinco años. Me fui a dormir cuando te pusiste ese negligé, porque la etiqueta con el precio todavía estaba pegada a la prenda. Recé pidiendo que  fuera coincidencia que mi hermano me pidió prestados 300 pesos esa misma mañana y la etiqueta de tu negligé marcaba $295. A pesar de todo esto, como todavía te amaba, sentí que todavía podíamos resolver lo nuestro. Así que, cuando descubrí que me había sacado 50 millones en la lotería, renuncié a mi trabajo para  tener todo el tiempo para ti, y además compré dos boletos para Jamaica. Pero cuando llegué a casa, tú te habías marchado. Todo ocurre por una buena razón, creo. Espero que tendrás la vida que siempre deseaste. Mi abogado dice que por la carta que me dejaste, no tengo obligación legal de darte ni un centavo. Así que cuídate mucho.

P.D. No se si alguna vez te comenté esto antes, pero mi hermano, Carlos, cuando nació, se llamaba Carla. Confío en que esto no te significará un problema mayor. Firmado: Rico y Libre.

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