La hemorroidectomía es un procedimiento quirúrgico que se emplea para extirpar las hemorroides internas y externas
grado III o IV. Esto es, cuando el problema hemorroidal ya no tiene más remedio que una remoción por cirugía.
Cuando se presentan los
síntomas, lo mejor es acudir con un médico especialista en coproctología (los médicos generales no tienen ni la experiencia ni la experticia para atender el caso); esto es, consultar a un médico certificado en cirugía y tratamientos de colon, recto y ano. Al tratarse de una cirugía, siempre es adecuado tomar tres opiniones; preguntar todo sobre el procedimiento, riesgos, y síntomas; comentar al médico si hemos tenido cirugías previas, alergias, malestares, etc., para armar un cuadro clínico confiable; y preguntar costos de honorarios del médico, asistentes y clínica (hospital, sanatorio, cuadro de medicamentos), y de esa manera elegir la mejor opción.
Como todo en la vida, no dejarse llevar por el más barato: está en juego tu salud, y elige a aquel que te proporcione más comodidad, más confianza y que sepa responder tus dudas. Vale la pena preguntar a familiares y amigos sobre el prestigio del médico.
Procedimiento pre-operatorio.
Elegí al Dr. Edgardo Argüelles (de Irapuato, Gto.), para que realizara el proceso de hemorroidectomía. El procedimiento pre-operatorio incluyó la toma de medicamentos y de muestras de laboratorio para llevar a cabo la cirugía. Asimismo, por mi cuenta armé una despensa para no salir de compras por lo menos dos semanas, compré el recipiente para baños de asiento, la pera para lavados después de evacuar, y una regadera de teléfono para el aseo personal.
Almacené mi motocicleta, pues no la podré usar en por lo menos un mes. Eso es lo que más me duele.
Asimismo, hice los traspasos de dinero para cubrir los costos del servicio, así como una reserva de dinero para la compra de medicamentos.
Era necesario aplicar un parche de anestésico y guardar ayuno desde la noche anterior al procedimiento; y tomar una cápsula de analgésico dos horas antes de la cirugía, conforme las indicaciones del médico.
La operación.
Fue programada para el lunes 25 de marzo de 2013, en la clínica Médica Insurgentes (de Irapuato, Gto.), a las 8:00 horas. A las 9 ya estaba en quirófano, aplicándoseme
anestesia epidural, por lo que estuve algo consciente durante el procedimiento. El anestesiólogo me comentó que para ese tipo de procedimiento, la epidural es preferible a la general porque es de menor riesgo.
Ni cuenta me dí a que hora quedé anestesiado; pero sí me percaté que ya estaba el procedimiento cuando escuchaba los cortes que me estaban haciendo en las hemorroides, o eso pensé, porque escuchaba como cuando cortan pollo con tijeras (clac-clac)
Ya concluida la operación, me llevaron al cuarto de recuperación. El médico siempre estuvo presente cuidando de mi recuperación. El equipo de enfermeras también estuvo al tanto. Me mostraron un frasco que contenía las hemorroides que me habían extirpado; nunca pensé que todo esto lo tenía por dentro de mí. Una de esas hemorroides tenía casi los 8 centímetros de longitud, y eran muchas. Parecían tripas de pollo.
Primer día.
Ya remitido a la habitación, permanecí con adormecimiento en las piernas y pies, pero ya los podía mover y controlar. Conforme iba haciendo más consciente mi control, comencé a sentir incomodidad con ganas de orinar y de defecar. Mi tracto estaba vacío porque la noche anterior y ese día en la mañana había obrado. La sensación de incomodidad, muy similar a cuando uno tiene varios días estreñido, fue debido a la sensibilidad con la que quedó la parte baja del recto, a la que le extirparon las hemorroides.
Era necesario orinar y defecar, para ir perdiendo el miedo a la incomodidad. Uno no deja de pensar en que el trasero lo tiene cosido, que está herido y que puede doler tan solo moverlo. Horas después de haber consumido la comida de hospital tuve la sensación de obrar, pero no tuve resultados. Lo que hice en esos momentos fue retirar la gasa que cubría las heridas, con la consecuente salida de sangre, y estar en el inodoro a ratos esperando que hubiera evacuación. Utilicé la pera de lavado para asear y untar ungüento para evitar la resequedad.
La sensación de estreñimiento era muy incómoda. No puedo afirmar que se trata de dolor intenso o agudo, sino ganas de evacuar sin resultados. El médico me había recomendado insistentemente que no apretara, sino que relajara. De hecho, el apretar es como sentir un calambre en los músculos del esfínter anal. Me había comentado, además, que de acalambrarse sería necesario aplicar un relajante muscular y aplicar otros procedimientos. Yo no quería eso. Por tanto, a relajarse. Los espasmos que tenía eran involuntarios, así que a relajar a toda costa.
Ya por la noche, pude evacuar algo. La sensación no era dolorosa, sino ardiente; esto es, sentir que algo arde al momento de obrar. Muy molesto. Al poco tiempo ya pude orinar.
No hubo cambio de dieta. Debería comer lo de siempre, y evitar el exceso de alimentos laxantes, caldos, verduras cocidas, etc. Esto, porque cambia el PH de las heces y puede lastimar el tracto. Comer normal.
Prohibido el uso de donas, porque abren las nalgas y se estiran las puntadas, dificultando su cicatrización. Es mejor un cojín firme.
Segundo día.
Por la madrugada, pude evacuar y orinar otra vez. La sensación de ardor fue algo más intensa. Algo soportable. Ya una vez que fui dado de alta, recogí mis cosas y me vine manejando desde Irapuato a Guanajuato, en coche estándar. Incómoda la operación de los pedales.
Ya instalado en casa, me di un duchazo y apliqué lavado con especial atención en la zona operada. Secar bien y aplicar ungüento y una gasa para que absorbiera la sangre que seguía emanando. Más tarde pude volver a evacuar.
Tercer día.
Por cuestiones de trabajo, tuve que salir a Silao a ver un asunto. Me llevó y me trajo un chofer. Creo que no debí haber hecho eso, pues quedé con más incomodidad. Ya en casa hice lavado, apliqué ungüento y gasa, y efectúe caminadas leves dentro de casa, subir y bajar escaleras, moverme.
Me percaté de que, si caminaba a ratos, se facilitaba el tracto intestinal, y las evacuaciones tendían a ser menos molestas. De hecho, al evacuar se siente como si hubiera estreñimiento, pero no se debe apretar, sino aflojar para que no haya problemas, solito sale el desecho. La sensación de que todavía queda algo, se elimina usando la pera de aseo y con baño de asiento.
La sensación de ardor es frecuente. No es doloroso, sino molesto.
Sí es posible hacer tareas sencillas de casa (lavar ropa, tender, barrer, trapear, lavar trastos, alimentar a la mascota); esto, aparte de que hace más amena la estadía en casa, facilita la recuperación. Obvio: ni hacer tareas pesadas o complicadas, ni tampoco estar todo el tiempo acostado (esto es peor).
Cuarto día.
El cambio de gasa debe ser más o menos frecuente. Digamos, cada cuatro o cinco horas. Esto, para evitar que se llene de sangre la gasa y se pegue (es más incómodo retirarlo) No hubo problemas al evacuar con las caminadas en casa, tan sólo la sensación de estreñimiento y de ardor.
Quinto día.
La revisión por el médico fue alentadora. La cicatrización iba bien. El sangrado dentro de lo normal. El medicamento dentro de lo correcto. Me recomendó consumir vitamina C por diez días, y aumentar la ingesta de proteína. Por la noche la sensación de estreñimiento, evacuación incómoda, ardor. Tolerable.
Expectativas.
Yo creo que voy evolucionando bien. Sigo teniendo los espasmos, pero ya son más tolerables. Continua la sensación de estreñimiento y de ardor, pero ya van disminuyendo. El sangrado continúa, pero ya es a menor escala.
Todavía debo estar con cuidados especiales por lo menos dos semanas más. Podré ir a trabajar pero no toda la jornada, sino por espacios. Yo tengo las ganas de quedar bien, y esto será en por lo menos un mes más. Dependiendo de la evolución, creo que ya no tendré más molestias de hemorroides en por lo menos unos 30 años. Eso sí: hay que modificar la alimentación, bajar de peso, beber más agua y consumir fibra para facilitar las evacuaciones.
Tengo la ansiedad de estar al 100% pronto, para poder volver a utilizar la motocicleta.