viernes, 18 de mayo de 2007

Descubriendo el hilo negro

HUY! Estos días de reposo han sido geniales. Y permiten tomar un descanso para ir descubriendo cosas. He aprendido que todos somos parte de un binomio de convivencia que puede derivar en chantaje emocional. Y que el chantaje emocional es obtener a toda costa, una conducta, una actitud, un hacer o un no hacer de alguien que se sienta sometido.

Supe que el chantaje emocional tiene estos elementos:

A).- Del Chantajista.- Exige un resultado o una respuesta inmediata; Actúa con una elevada intensidad emotiva; Doblega la voluntad del otro; No le interesa perder beneficios a largo plazo si obtiene los suyos de inmediato.

B).- De la Víctima.- Se somete a las exigencias por miedo, por obligación, o por culpa.

Todos hemos sido víctimas y victimarios. El problema del chantaje es cuando se convierte en un modo de vida... si es que a eso se le puede decir "vida".

En lo personal, me he dado cuenta que he sido sometido por miedo... por miedo de perder el amor o la simpatía de alguien. Por culpa, por no haber actuado a tiempo o por haber hecho algo que mi conciencia me reprocha. Por obligación no, porque he sabido cumplir con mis compromisos. Aclaro que el concepto de "obligación" aplica por lo general en el ámbito laboral o de socios (aunque puede darse en cualquier campo de la vida)

Una de las cosas que dan vida a una relación, es el aspecto intimidad. No en el aspecto sexual, sino aquel que permite que dos personas compartan sus sentimientos más íntimos, sus secretos, sus defectos. Es estar en compañía de quien es soci@, confidente, cómplice, amig@, compañer@, amante... cuando todo eso se dá en armonía, sin reproches, sin reclamos. Que la culpa o el pecado desaparezcan. Aconsejar en una justa medida, opinar sin censura, saber escuchar... Apoyar con todo, saber dar el auxilio pedido incondicionalmente. Respetar el tiempo y el espacio de cada cual... Que te reconozcan tus logros y te apoyen en tus fracasos...

Cuando esa intimidad se desvirtúa y se convierte en obligación, ya carece por completo de sentido. Aquí pasa como en las pelis: todo lo que digas, o hagas, será usado en tu contra. Basta con el mero asomo de que alguien trate de usar lo confiado en nuestra contra, para que se dispare la alarma de que algo no está bien.

Y es precisamente el sentimiento de culpa, de miedo o de obligación lo que nos limita el razonar lo que nos exigen. Y si sentimos, pues, que tenemos que hacer, ya nos torcieron por completo. Esto se resume en la frase "Si me amas..." O la peor: "Por tu culpa..."

Accedemos (o por lo menos, yo accedí) a esas exigencias, por miedo (miedo de perderla, o de que me deje de querer) o por culpa (me siento mal por haber hecho esto, y con eso curo el remordimiento)

A estas alturas del partido yo no puedo, ni quiero, compartir mi vida con quien actúe así. Quizá por eso aún me siento como corcho en el mar, porque siento que cuando comparto mi intimidad, llega un momento en que lo siento como una obligación, un debo hacer. O cuando me exigen que actúe de tal o cual modo. Más cuando de una simple tontería viene el reclamo o el reproche...

Con exigencias, nadie funciona. Nada funciona.

La gente es lo que es y jamás cambiará. Saber convivir y saber entregar esa intimidad no es cosa fácil ni cosa de todos los días. Toda relación (trátese de la que se trate) implica un vínculo de lealtad, de respeto, de apoyo. A veces la ansiedad nos hace cometer estupidez y media (yo lo he llegado a hacer y pido perdón por eso a quienes he dañado).

También aprendí que cuando se rompe esa intimidad, ya nada se puede hacer. La vida de tolerancia, de "evitar tocar temas sensibles", es una vida vacía y sin propósito. Y que lo único que nos hace salir, es ver por uno mismo.

No es malo ser egoísta (que es distinto a ser solidario), esto es, pensar por sí y para sí. Expresar lo que sentimos, o lo que sucede aún a expensas de que la otra parte se "moleste", no es incorrecto. Todos tenemos un límite de acción que debemos repetar (a eso se le llama dignidad)... pasar de ese límite por no agraviar a la contraparte, es una carga dificil de llevar.

Cerrar capítulos, avanzar, y sobre todo, tener confianza en sí mismo, cuesta trabajo. Yo aún estoy trabajando en eso...

No hay comentarios:

Publicar un comentario