martes, 14 de mayo de 2013

Ha muerto la Diva, mi perra mascota

La Diva... es la cría de La Gorda. Ambas eran callejeras y las adopté en 2008. En ese entonces la Diva tenía 5 meses y la Gorda 5 años. Hace un año La Diva comenzó con convulsiones que hoy, martes 14 de mayo de 2013, le acabaron.

Esta madrugada La Diva fue vencida por las convulsiones: murió a las 05:20 del día 14 de mayo del Año del Señor de 2013 a los 5 años de edad humana, 18 edad perro. Los elegidos de los dioses mueren jóvenes... Gracias por tu compañía, mi querida Diva.

Lo que son las cosas... Cuando recién murió La Diva, La Gorda estaba ahí tratando de revivirla. Cuando envolví a la perrita para llevarla al río, La Gorda tan sólo se limitó a ver... Regresé a casa y La Gorda seguía sentada donde murió su cría... ¡Ninguna madre, ningún padre, deben sepultar a sus hijos! 

Ya cuando limpié, le di a La Gorda unos palitos de carnaza. Se los comió y parecía que no había pasado nada. Y no era así. La Gorda sabía y comprendía que lo ocurrido no tenía remedio, que solo quedaba avanzar y seguir viviendo. Eso me hizo recordar que, si las cosas y las situaciones no están bajo tu control, no te angusties, no te estreses, no te preocupes, tú síguele, que al rato te alcanzan.

¿Cómo fue la agonía?

Terrible. Comenzó con las alucinaciones y las convulsiones desde el sábado. "Normalmente" eran tres o cuatro, y se le pasaban en cosa de un rato (una hora a lo mucho). Esta vez fueron seguidos desde la 1pm del sábado. Si acaso se "tranquilizaba" no era porque hubiera mejoría, sino porque el organismo de la perrita estaba agotado, sin fuerzas. Tan sólo se recuperaba y volvía a convulsionarse. Los medicamentos ya no le hacían efecto.

Y así estuvo todo el sábado, el domingo, el lunes y el martes por la madrugada, cuando murió.

Había reflexionado que, si no había mejora lo mejor sería dormirla. ¿Por qué? Porque eso ya no es vida, la enfermedad de la perrita no tiene remedio. Entre sueños escuchaba que se ahogaba, y no hice nada. Pensé que, como en otras ocasiones, saldría por sus medios.

Me equivoqué.

Se ahogó con su saliva, y quedó con los ojos abiertos. Me siento culpable, y no, por su muerte. Culpable, por no haber actuado rápido, por haber omitido ayudarla. Y no me siento culpable, porque ¿qué caso tendría ayudarla, si su sufrimiento iba a seguir toda su vida? Fue una decisión difícil.

Creo que La Diva, la peque de la Gorda, ya está en un lugar mejor. Ya cumplió su trabajo aquí, y va a cumplir otras misiones más importantes. Te agradezco tantas cosas, Diva... 

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